lunes, 14 de noviembre de 2016

¿Por qué elegí Laive Niños?

Tal como les comentaba en el fanpage, desde hoy mi hijo empezó a tomar leche Laive Niños. ¿Por qué decidí escogerla? Pues les cuento que hace poco tiempo recibí una charla muy interesante sobre la importancia de ácidos grasos esenciales de  la cadena de Omegas 3 y analizando la información adicional que Laive me hizo llegar, concluí que era la mejor opción para mi hijo.
Ojo, cabe resaltar que Ezio no está dejando la LM por una leche comercial, él venía tomando otra marca conocida con la cual yo no me sentía completamente satisfecha. 
Ahora, compartiré con ustedes la información que me animó a mí a escoger Laive Niños. Te invito a leerla y si tienes alguna duda o comentario, házmelo llegar pues podemos coordinar una entrevista y/o enviarles nuestras preguntas específicas al Dr. Hurtado.


Una de las mayores preocupaciones de los padres está en entender cómo alimentar correctamente a sus hijos durante sus primeros años de vida, sobre todo porque muchos de ellos no quieren comer y esta es la etapa de formación de su organismo. Ese es el momento donde se empieza a complementar su alimentación con suplementos vitamínicos y productos funcionales que aporten los nutrientes necesarios para asegurar su óptimo crecimiento y desarrollo.
El Dr. Arnaldo Hurtado, médico nutriólogo de Laive explica que las principales fuentes para impulsar el desarrollo mental y cognitivo de los niños está en aquellos alimentos que contienen DHA y EPA. ¿Qué son estos dos elementos? Pues ambos son ácidos grasos, esenciales de la cadena Omega 3 y cada uno cumple una función específica. El DHA es muy importante para un adecuado desarrollo cerebral. Un claro ejemplo está en que el 93 % de los omegas 3 de las retinas de los ojos, son DHA; así como el 97 % de los omegas 3 del cerebro son también DHA. En su turno, el EPA tiene efectos antiinflamatorios y mejora la circulación sanguínea de las personas. También ayuda al adecuado desarrollo del cerebro, ojos y mejora la salud cardiovascular”.
El médico especialista revela que durante los primeros años de vida en el cerebro se producen un aproximado de 700 nuevas conexiones neuronales por segundo y, a mayor ingesta de ácidos grasos omegas, como el DHA y EPA, junto a una buena estimulación, se logrará más conexiones neuronales.
Asimismo, el Dr. Hurtado cita dos (02) potentes razones para que consuman DHA y EPA:
  • Aporta a mejorar el rendimiento y aprendizaje. Un estudio realizado en Inglaterra, publicado en la Revista Plop One (2012), muestra que el consumo de 600 mgs al día de DHA podría mejorar la lectura y el comportamiento con niños con bajo rendimiento.
  • Facilitan las conexiones entre neuronas. Los ácidos grasos ayudan al desarrollo cerebral, cognitivo y visual del ser humano. Las conexiones entre neuronas hacen que la red de neuronas sea más desarrollada y por ende se tenga mayores potenciales para poder aprender nuevos conocimientos.
    Se debe resaltar  que el Omega 3 es un ácido que el organismo no puede fabricar por sí mismo en las cantidades necesarias para el cuerpo, por lo que es necesario incorporarlo de manera externa, a través de la ingesta de alimentos que los contengan.
    Algunos de los alimentos que contienen Omega 3 son, principalmente, los pescados oscuros y algunas semillas como la chía y linaza. También está presente en las algas y plantas, así como otros alimentos que estén reforzados con omegas 3 como la leche para niños, la cual es uno de los alimentos infaltables en su dieta diaria. Por esto, es importante elegir aquella que contenga ambos nutrientes (DHA y EPA), además de otras vitaminas. Así se le podrá ofrecer este tipo de nutrientes de la manera más natural.
    TOMA NOTA
  • El cerebro tiene un desarrollo neuronal que llega casi a su límite antes de los 5 años de vida. Por ello, lo que se haya conseguido a esa edad, es lo que se llevará a la vida adulta.
  • Si bien el pescado es una fuente rica en Omega 3, no es factible que puedan comerlo tres (03) veces por día y todos los días. Por esta razón, se debe incluir en su dieta alimentos enriquecidos con EPA y DHA como la Leche Laive Niños, que además de estos dos nutrientes, tiene una formula enriquecida con hierro y 13 vitaminas. Es una leche que aportará e impulsará a su desarrollo mental y puede ser consumida de manera directa o en diversas presentaciones como postres, jugos, entre otros.

         

miércoles, 24 de agosto de 2016

¿Compartes la cama con tu bebé?


Cuando mi hijo nació no tenía ni la más mínima idea que el compartir mi cama con él se llamaba colecho. Para mí fue instintivo tener a mi bebé lo más cercano posible pues mi mayor temor era que le sucediera algo mientras dormía. Estoy casi segura que toda mamá debe de haber despertado durante la noche para acercarse a ver si su bebé aún respiraba o incluso hasta le tocó suavemente el pechito para sentir su respiración. Es por eso que para mí era imperioso sentirlo a mi lado.
También debo confesar que yo no pasaba muy bien la noche, descansaba muy poco y mi sueño era más que ligero pues temía olvidarme que él estaba a mi lado e imaginaba que iba a terminar aplastándolo o asfixiándolo.
Luego de algunas noches decidí que durmiera en su cuna pack and play. ¡Santo remedio! como diría mi abuelita. Estábamos juntos pero no revueltos pues coloqué la cuna al lado de mi cama, sin centímetro de separación.
Fue así como pasamos a disfrutar de las maravillas de poder descansar uno al lado del otro. Mi bebé dormía seguro y yo podía descansar tranquila sabiendo que estaba justo a su lado sin lastimarlo.  
Desde entonces y hasta la fecha, seguimos durmiendo juntos, su camita unida a la mía. Esto le permite a él poder pasar a mi cama si lo desea. Aunque a decir verdad rara vez lo hace porque duerme súper tranquilo pues disfruta de todo el espacio que tiene en su propia cama y con la seguridad de tenerme siempre a su lado. 
 
Obviamente cada mamá o papá decide qué tipo de colecho practica, es decir, si el bebé estará en la misma cama que sus padres o en una cuna contigua a la cama. Cada forma de colecho es favorable de acuerdo a costumbres y decisión de los padres pero en general esta práctica es súper beneficiosa para un bebé.
Les enumero aquí alguno de sus beneficios:
  • Estimula el apego y el vínculo con sus padres.
  • Regula la temperatura del bebé.
  • Facilita la lactancia materna.
  • Favorece el descanso de la madre ya que puede alimentar al bebé en cuanto lo requiera.
  • El bebé se siente amado y protegido.
  • El bebé está en constante supervisión de sus padres, así hay menor riesgo de accidentes.
También debo mencionar una desventaja que manifiestan muchos padres: La pérdida de intimidad en la pareja.
Sinceramente, creo que esta podría tomarse como una oportunidad para utilizar la imaginación. Muchas amigas que tienen pareja me han referido sus experiencias y siempre han encontrado el momento sin que el colecho afecte su relación.
 
Volviendo al tema del colecho. Si mi experiencia personal no te convenció, debes saber que el antropólogo James Mackenna, de la Universidad estadounidense de Indiana, publicó dos estudios en 1997 en la revista Pediatrics. Él controló con monitores en laboratorio el sueño de madres dormidas con sus bebés y obtuvo resultados asombrosos: madre y bebé cuando duermen juntos están sincronizados, los movimientos y la respiración de cada uno afectan al otro. Según Mackenna, el roce, el movimiento, el sonido de la respiración, la temperatura, el intercambio de gas carbónico y las vocalizaciones del sueño del acompañante del bebé ejercen una influencia positiva.

Así que si ya estás practicando el colecho, ¡disfrútalo! Los hijos crecen muy rápido y llegará el día en que quieras invitarlo a dormir en tu cama y él o ella preferirá la suya.
Si todavía no te animas a practicarlo pues analiza los pro y contras, sólo tú puedes determinar qué es lo mejor para tu bebé y para ti.
 
 

miércoles, 17 de agosto de 2016

Déjalo llorar, así desarrollará sus pulmones

Seguro habrás escuchado decir: Déjalo llorar, así desarrollará sus pulmones o No lo cargues sino se acostumbrará a estar en brazos. Esas y otras tantas frases son el pan de cada día de toda mamá.
Como madre primeriza mi mayor preocupación era el temor a "malcriar" a mi hijo pues muchos tienen la opinión que si acudes inmediatamente cada vez que lloran pues lo mal acostumbrarás o que terminarás siendo manipulado a su antojo. Sin embargo, yo me dejé llevar por mi instinto y descubrí que mi bebé lloraba cada vez menos si se sentía reconfortado y atendido de inmediato. Fue así como, poco a poco, llegué a establecer un diálogo con él.
Cada vez que Ezio lloraba porque quería ser alimentado yo le explicaba que en breve le daría su leche. Si estaba incómodo porque ya tocaba cambio de pañal, igual iba narrándole lo que iba a haciendo. Le decía: Te estoy limpiando para que estés cómodo, te voy a poner tu cremita y estarás limpio. 
Y por increíble que parezca, con sus escasos primeros días de vida, dejaba de llorar y se quedaba calmado esperando que lo atienda.


Luego, leyendo un poco sobre cómo podemos mejorar y potenciar el habla en nuestros hijos encontré una cita que corroboró lo que intuitivamente ya sentía. Ésta decía: "Cuando un bebé llora es porque necesita algo. Su cerebro es todavía demasiado inmaduro como para inventar estrategias para manipular a sus padres".
Nada más cierto. Es imposible pretender establecer límites a un bebé que tan sólo puede comunicarse mediante el llanto. Pongámonos unos minutos en el lugar de nuestro hijo, tratemos de imaginar cómo dar a entender que tenemos hambre sin usar una sola palabra o mímica. Pasados varios minutos creo que varios caeríamos en la desesperación y frustración percibiendo nuestro entorno como un ambiente nada amigable.
Ahora imaginemos el otro extremo. Somos bebés que lloramos y nos atienden de inmediato ¿Cómo nos sentimos? Les aseguro que amados, confiados y seguros.

Por otra parte, tener en brazos a nuestros hijos permite establecer y reforzar nuestros vínculos de amor. Un niño no se "acostumbra a los brazos", lo que hace es acostumbrarse a sentirse amado, protegido, reconfortado. Piensen en los nueve maravillosos meses que vivieron en la barriga de mamá, acaso no es justo que vivan el resto de su vida igual de protegidos y atendidos como entonces.
Desde mi experiencia personal puedo decir que mi hijo, que actualmente tiene tres años, jamás se acostumbró a los brazos. Él es un niño independiente, seguro y que se siente amado. 
Y es que es tan breve el tiempo que dependen de nosotros sus padres, que no debemos perder la oportunidad de disfrutarlos.
Desterremos esas frases que ya están desfasadas. Te invito a mimar a tu hijo porque el amor no malcría, lo que malcría es la falta de límites. Déjate guiar por tu intuición como madre o padre, el corazón no engaña. Tú y solamente tú sabes lo que es mejor para el bienestar de tu hijo.
La crianza de un hijo debe ser establecida y decidida por los padres, no te dejes influenciar por lo que opinen los demás. Puede que traten de hacerlo con buena intención pero piensa que el resultado de lo que apliques se verá reflejado en el desarrollo de tu hijo.






jueves, 28 de julio de 2016

Mi hijo nació enmantillado


Imagen tomada de Internet

¿Habían escuchado la frase "Nacer enmantillado"? Pues yo confieso que no tenía ni la menor idea de qué se trataba este tipo de nacimiento llamado también Nacer con velo, con zurrón, con el manto de la Virgen. Tampoco sabía que es poco común que se den estos casos, la ocurrencia es aproximadamente de 1 en 80,000 nacimientos. Es por ello que existe la antigua creencia que los niños nacidos con su manto completo, al crecer serían visionarios y que tendrían siempre una suerte extraordinaria.
Pues les cuento que mi gatito nació enmantillado y casualidad o no, es un niño con mucha suerte en los sorteos y juegos de azahar. 
Si bien nuestro caso es quizá más raro, ya que se dio mediante una cesárea, no deja de ser extraordinario lo maravillosa que puede ser la naturaleza. 
Recuerdo claramente que después de haber escuchado el llanto de mi bebé y cuando mi médico iba a proceder a suturarme, se me acercó y me dijo: "He sacado a tu bebé con el amnios completo, es una técnica que hace menos traumático el nacimiento cuando se trata de una cesárea".
Hasta ese momento sólo le dí importancia a la gentileza y profesionalismo de mi doctor por buscar lo mejor para mi hijo. Fue mucho tiempo después que por casualidad vi un caso similar y empecé a investigar sobre el tema.        

¿Pero qué es nacer enmantillado?

Imagen tomada de Internet

Primero debemos recordar que todo feto se encuentra dentro del amnios, rodeado por el líquido amniótico. Y la capa externa del amnios, llamada corion, es la que se conecta con la placenta.
Cuando decimos que un niño nace enmantillado nos referimos a que nació con el amnios completo, sin que éste se haya roto.


¿Les parece increíble este tipo de nacimiento? Entonces ,deben saber que existe un caso médico registrado en el año 1975 que da cuenta de un bebé que sobrevivió durante 25 minutos fuera del útero, dentro del saco con el líquido amniótico y con el cordón aún intacto pero sin respirar aire. 
Ambroise Paré, considerado el padre de la Cirugía Moderna, argumentó que los niños que nacían con el velo amniótico lo mantenían en su cuerpo porque habían tenido un parto fácil, mientras que los que nacían sin él se habría roto en un parto largo y doloroso.


Creencias en el mundo 

  • En algunos pueblos de Europa se cree que el niño enmantillado hereda una habilidad sobrenatural que lo protege de morir ahogado. 
  • En Escocia, los marineros conservaban un amnios seco como amuleto para sus viajes.
  • En Alemania, se llama a este tipo de nacimiento  "Glückshaube" que significa gorro de la suerte.
  • En Islandia se cree que el alma del bebé o su ángel de la guarda vive en el amnios por lo que después de que el bebé nace se enterraba debajo de la entrada del cuarto de la madre. La idea es que cuando la mamá caminara por encima se le impregnaran a través de los pies su energía y protección consideradas sagradas.
  • En Sudáfrica existe la creencia que un niño enmantillado posee la capacidad de ver los espíritus de sus antepasados. También que tienen la hablidad de intuir cuáles son las verdaderas intenciones de la gente, si son honetas o no.

Ahora que les he contado que mi gatito nació enmantillado sé que no se sorprenderán si algún día nos ganamos la Tinka.

 
 
   

lunes, 23 de mayo de 2016

Nuestra primera visita al cine



Antes de contarles qué estrategias usé para hacer de la visita al cine una experiencia agradable para mi hijo, les comentaré por qué esperé tanto tiempo para llevarlo. 
Debo confesar que soy de las personas que creen que cada experiencia nueva para un niño debe hacerse para beneficio de él y no de los padres. Es decir, muchos padres planificamos actividades pensando cómo nos vamos a sentir nosotros al vivir algo con nuestros hijos, cómo lo recordaremos e incluso lo idealizamos. Sin embargo, no nos ponemos a pensar si es que nuestro hijo está listo para ella, si realmente la disfrutará, si le dejará un grato recuerdo.
También creo en el respeto a los asistentes. No me parece justo incomodar a los demás pues ellos van a disfrutar de una película y escuchar sufrir a un niño no es nada lindo. Lo comento pues me ha pasado haber ido a una función (inclusive no destinada para niños) y escuchar vocecitas preguntando: ¿Ya nos vamos?, ¿Ya terminó?, ¡Estoy aburrido!  
Y ojo, no es que me moleste un niño incómodo en el cine sino que me indigna que sus padres prioricen su propio placer antes que la tranquilidad de su hijo.
En fin, ahora sí paso a darles los tips que me sirvieron para salir airosos en esta aventura, junto a un niño de tres años.

1. Elegir una película adecuada para su edad
Es básico ponerse en el lugar de nuestros hijos. No todas las películas de dibujos animados o dirigida a niños es interesante. Uno mejor que nadie conoce los gustos de sus hijos y aunque los trailers nos pueden dar una idea de cómo será la película debemos preguntarnos a conciencia si le gustará a nuestros pequeños.     

2. Mostrarle imágenes previas
 Como ya había planificado esta salida al cine pues busqué imágenes de la película que íbamos a ver, en este caso "Angry Birds". Le mostré el jueguito para que vaya familiarizándose con los personajes y así no se sintiera perdido al ver personajes que no conocía.  Le dije, mostrando mucho entusiasmo, que íbamos a ver una historia nueva de ellos, que quería saber qué pasaba para así poder contárselo a su primo, a sus abuelos. Esto le gustó mucho porque mi hijo es un loro a quien le encanta contarle todo a sus abuelos.   

3. Hacer un simulacro
Quizá se lea cómico pero hice mi simulacro de cine en casa. Llegada la noche y antes de ir a la cama, aprovechando que ya había oscurecido, encendí el televisor y apagué todas las luces. Con este ambiente, le explique a  Ezio que así estaríamos en la sala de cine.  Le conté que iban a apagar las luces pero que vería un televisor muy grande y que allí iban a salir unos dibujitos.
 
 4. Elegir un horario sin mucha afluencia de público
Esto me pareció importante pues no sabía cómo iba a reaccionar mi hijo frente a esta nueva experiencia. No deseaba que se sintiera mal en el caso que llorara o quizá gritara. Nunca lo ha hecho en otras situaciones pero tenía que pensar en todas las posibilidades. Era básico que él se sintiera bien consigo mismo y libre de expresar sus emociones.

5. Llevé su dudú o mantita de apego    
Como muchas de ustedes saben, un dudú o mantita de apego es un objeto material en el cual el bebé deposita cierto afecto. Ezio tiene esta jirafita desde que nació y sabe que mamá la eligió con mucho amor para él, así que decidí llevarla para que sintiera que tenía parte de su casa, de su espacio y su entorno diario, acompañándolo.
Para este fin, pueden elegir la muñeca o juguete favorito de su hijo, así se sentirá cómodo. Yo hice que la sentara a su lado como una amiga que estaba viendo la película. Incluso, eventualmente le pedía que se fijara si la jirafa estaba atenta a la película o que le preguntara si quería algún caramelito.

6. Comprar una golosina o snack novedoso  
Ezio no acostumbra comer muchas golosinas, de hecho se aburre rápido de ellas. Igual elegí llevarle mini lentejitas pero esta vez dentro de un frasco en forma de osito que nunca antes él había visto. Aunque no se las comió durante la función, sí me sirvieron como tema de distarcción en las dos ocasiones que medio se aburrió (Esto pasó casi al final de la película).

7. Darle seguridad sin sobreproteger
Si bien pagué dos entradas, es decir, tenía dos asientos a nuestra disposición, al iniciar la función lo tuve sentado sobre mis piernas mientras sutilmente lo abrazaba. Esto lo hice pensando en el sonido pues el volumen es mucho más alto a lo que un niño está acostumbrado y no quise que se asustara. Luego, lo pasé a su asiento sin dejar eventualmente de tocarle una manito o acariciarle la cabecita para que recordarle que mamá estaba al pendiente de él.

8. Estar atenta a sus necesidades
Este punto me parece muy importante. Como escribí antes, jamás debemos priorizar nuestro placer frente al de nuestros hijos. Si un niño no quiere estar en un lugar, no debemos obligarlo. Yo fui mentalizada, si él se aburría pues tendría que abandonar la sala. Jamás el costo de una entrada o mis deseos de ver la película iban a estar por encima de su tranquilidad.
Debo acotar que casi al final de la película hubieron dos ocasiones que lo vi medio aburrido y me pidió regresar a la casa. Entonces, le dije que si salíamos no iba a conocer el final de la historia. Así que se animó a seguir viéndola.

Esos son los tips que me sirvieron para nuestra primera visita al cine. Espero que le sirvan a ustedes y que evalúen si sus hijos están listos para disfrutar una película. Seguramente algunos lo harán siendo más pequeños, otros más grandes, lo importante es que vayan cuando ellos estén listos y no siendo forzados.

jueves, 19 de mayo de 2016

Bienvenida a mi vida





Mientras enciendo mi laptop, observo la hora en el celular y caigo en cuenta que tres años atrás estaba terminando de instalarme en la cama que me habían asignado en el hospital.
Como ya les conté en un post anterior, yo me enteré que mi hijo venía en camino cuando ya tenía un poquito más de seis meses de embarazo. A pesar de ser una mujer ya madura, me encontraba bastante asustada y desorientada sobre cómo debía actuar, a dónde ir, con quién atenderme, entre otros detalles, así que recuerdo haber consultado a una enfermera de la clínica donde me encontraba y ella me sugirió que vaya a la Maternidad de Lima o al Hospital San Bartolomé para que me orientaran.
Por designio de Dios, decidí ir al Hospital San Bartolomé. Cuando llegué, me encontré gran cantidad de pacientes, movimiento por acá y por allá. Me acerqué a una enfermera y le conté mi caso. Ella de inmediato me hizo pasar a un cuarto de triaje donde me abrieron historia en menos de cinco minutos,  me llevaron a consulta y pasé a control de embarazo de alto riesgo. Fue allí a donde conocí a uno de mis ángeles, el Dr. Esteves.
Luego de revisarme y sobre todo tranquilizarme, conversé largo y tendido con el doctor y debo decir que la empatía fue mutua desde ese momento. A partir de esa visita sentí al doctor como un amigo, una persona que realmente se preocupaba por mí, que entendía mis temores y que estaba allí para darme calma y seguridad. 
Así pasaron las pocas semanas antes de que llegara a término y mi cesárea fuera programada. El doctor me informó que los doctores que normalmente atienden en consultorio muy pocas veces son quienes te operan. Sin embargo; él había decidido practicarme la cesárea así no estuviera asignado para realizar mi operación. Con esta noticia me sentí más que segura, me sentí querida, me sentí protegida.
Pasaron los días y llegó el domingo 19. Tenía que internarme un día antes pues mi cesárea estaba programada para el mediodía del 20. Eran las 9 PM y ya estaba en mi cama acomodando mis objetos personales, tratando de ponerme cómoda y familiarizándome con todas las compañeras de cuarto.
Estando ya instalada, llega la obstetriz de turno y procede a hacerme la revisión inicial. Grande es mi sorpresa cuando me dice que estaba con contracciones. Y yo decía: ¿Contracciones, pero si no siento nada? Entonces decide llevarme a hacerme el monitoreo fetal. Allí ratifica que estaba con contracciones y muy seguidas, mientras yo no sentía nada de nada.
Proceden a llevarme a otro lugar donde te preparan para entrar a quirófano pues habían decidido operarme en ese momento. Allí conocí al médico de guardia, a quien le expliqué que mi doctor me iba a operar, que lo llamaran porque hasta me había dado su número de celular para cualquier emergencia. Gracias a Dios, me hizo caso y lo llamó. Mi doctor les dijo que ni me tocaran, que él llegaba a operarme. Así que este médico me dejó descansar en esa cama para evitar que me estuvieran paseando por el hospital y debo decir que pasé un rato muy ameno pues me relajó contándome todas las historias que vivía allí.
Cuando llegó mi doctor, organizó al personal para el quirófano en un minuto. Ingresé temblando como una gelatina, creo que nunca antes había sentido que no tenía ningún control sobre mi cuerpo, temblaba como si estuviera en el mismo Polo Norte. Y es que estaba físicamente sola, no había tenido tiempo de avisar a mi familia que mi operación se había adelantado. Fue allí cuando me encomendé al Divino Niño Jesús y recobré el valor. Tenía que estar quieta para que me coloquen la epidural y mi doctor me tomó de la mano mientras el anestesista hacia su trabajo.
Acá viene la parte cómica para mí, si se puede llamar así. No sabía que a una la ataban de brazos como si estuviera crucificada. Fue realmente una posición bastante loca para mí. Luego me explicaron que esto es para evitar cualquier movimiento inesperado. Tampoco sabía cómo iba a sentir la incisión en mi piel ya que nunca antes me habían operado.
Pueden creer que ingenuamente sentí algo raro y pensaba que me estaban afeitando el vello púbico, así como se ve en las películas. Mientras divagaba y me comía mi roche, escucho de pronto un llanto. ¡Sí, un llanto! Mi hijo había nacido y yo no podía creerlo. ¿Cómo había pasado todo tan rápido? , ¿En qué momento lo sacaron de mi vientre?
Trato de enfocar mi vista porque eso de ser miope y entrar a quirófano sin lentes es una tortura. A pocos metros veo un pedacito de ser que estiraba un brazito y allí el tiempo se hizo eterno. Quería verlo, quería saber si estaba bien, contarle los dedos, tantas cosas. De pronto, veo movimiento. ¡Por fin me lo traen! No pude llorar, no pude ni respirar, me quedé congelada en el tiempo mientras le besaba la frente. Tuve que quedarme con ese primer beso pues se lo llevaron mientras culminaban mi operación. Ahora sí siento el vacío, siento que me falta una parte, empiezo a llorar incontrolablemente agradeciendo a Dios porque mi hijo estaba bien. Sólo paro de llorar porque mi doctor comienza a hacerme bromas y me arranca una sonrisa. El doctor termina de operarme y se despide de mí con una caricia en el cabello. Yo le doy un abrazo desde el alma, eternamente agradecida por su vocación, dedicación, por su calidad de ser humano.
Paso a sala de recuperación pensando: Por favor, por favor, que esto pase rápido, quiero ver a mi bebé. Pasa una hora y por fin, me llevan a mi cama y allí continúa la espera. Esta vez ya no estoy sola, estoy con mi mamá que había llegado pensando que recién me iban a operar y se había dado con la sorpresa de que ya era abuela.
Es mi mamá, que como toda mamá leona, comienza a moverse, a indagar, a preguntar en qué momento traerán a su nieto. De pronto, se abre la puerta e ingresa una enfermera con un pequeño bultito. Se lo coloca en brazos a mi mamá y yo no puedo creer lo que veo. Mi mamá sosteniendo a mi hijo, algo que ni en mis más hermosos sueños hubiera imaginado. Es ella quien me lo entrega y yo aún siento que no es mío, que no merezco lo que estoy viviendo. Lo contemplo y no creo que existe, lo huelo y voy aterrizando, lo acaricio y confirmo que está aquí, lo abrazo y siento que me dice: Bienvenida a mi vida.
Hoy, a casi tres años de haberlo tenido por primera vez en brazos, todavía siento que estoy en medio de un sueño. Aún no sé qué hice para merecer bendición tan grande, lo que sí sé es que mi vida entera está consagrada a hacerlo feliz.
Sé que algún día leerás esto y deseo que sepas que yo también cumplo tres años como tú, porque antes de tu existencia no estaba viva.
¡Feliz cumpleaños, gatito!






lunes, 18 de abril de 2016

Mi embarazo de 3 meses



¿Han visto el programa "No sabía que estaba embarazada"? Pues por poquito y era candidata para contar allí mi historia.
Tal como dice el título de este post, yo tuve un cortísimo embarazo de tres meses. Sé que suena inverosímil que una mujer no note que lleva en el vientre una nueva vida pero créanme, yo lo viví.
Aún recuerdo como si fuera ayer aquellas cinco palabras: Señora, su útero está ocupado.
Fue una mañana de la última semana de febrero, cuando me levantaba de la mesa luego de haber desayunado, que mi hermano menor a manera de juego me pellizcó la barriga y asombrado me dijo: Oye, tu barriga está dura.  Lo primero que pensé fue en los casos de miomas y fibromas que padece una tía muy cercana y supuse que algo así me estaba ocurriendo, incluso pensé en el tan temido cáncer.
Después de meditarlo una semana, decidí ir al médico. Tenía que saber qué enfermedad padecía así que llegué sola al consultorio y fui auscultada. No pasaron ni cinco segundos cuando el doctor me informaba que iba a ser mamá. La cabeza empezó a darme vueltas pues nada cuadraba, yo llevaba meses sin tener intimidad. En mis entonces 37 años siempre había sido muy cuidadosa con mi vida sexual. ¿Cómo era posible estar embarazada? 
De vuelta a la realidad, me indican hacerme una ecografía en ese mismo momento. Aquí es donde viene el impacto más grande. Observo el monitor y observo un bebé en toda su dimensión: cabeza, columna, piernas, manitas. Tenía 6 meses de embarazo. Era ilógico, no tenía ni barriga, a simple vista no se me notaba nada de nada, había tenido sangrados que pensaba eran mi periodo y es que siempre fui irregular. Ahora comprendo que mi hijo quiso vivir y Dios se lo permitió.
Es así cuando recién las cuentas comienzan a cuadrar y a caer en cuenta que no hay método, mejor dicho métodos, cien por ciento seguros (Ya les contaré en otro post sobre esto).
¿Cómo me sentí? Pues estaba aterrada, parecía una chiquilla temiendo contárselo a sus padres, pensando cómo tomarían la noticia, pensando cómo explicar que tenía seis meses sin haberlo notado. Y saben qué "genial" idea se me ocurrió y digo genial porque asusté a todos, mandé un SMS a mis padres y mis hermanos dándoles la noticia. Lo que no preveí fue que el mensaje por ser tan extenso llegaría cortado, sólo les llegó la parte que narraba que estaba en la clínica.
Ya se imaginarán las caras de susto cuando llegué a mi casa y sin contar que todavía no conocían bien el resto de la noticia. Como era de esperarse, todos tomaron la noticia con mucha alegría pues era el primer nieto que llegaba a la familia y luego de la muerte de mi hermano, este bebé llegaba a devolvernos un poco de luz y felicidad.
Sí confieso que mi mayor preocupación fue que mi hijo estuviera sano puesto que no me había alimentado correctamente, no había tomado ácido fólico y había tenido actividad física muy exigente pues tenía un rottweiller con quien jugaba tan bruscamente que hasta nos revolcábamos en el piso.






Fue así como mi vida dio un vuelco de 180° de la noche a la mañana. Tuve que organizarme para recibir a mi hijo en cortísimo tiempo y tuve la bendición de tener a mi familia y amigos que me ayudaron en darle la bienvenida que se merecía.  
¿Pueden creer que en la foto estoy a dos semanas del nacimiento de Ezio? Tuve que sacar pancita para la foto de recuerdo de Baby Shower porque tan sólo subí 4 kilos de peso.
Hoy, a casi tres años de esa foto, sigo preguntándome cómo puede pasar un embarazo desapercibido. Será que Dios me conoce tan bien y sabía de mis temores respecto a la maternidad que decidió darme esa sorpresa cuando mi bebé estaba prácticamente logrado. No le transmití a mi hijo  esos miedos, esas inseguridades, tan sólo sintió a una mamá que vivía relajada, que dormía a sus anchas, que reía con las locuras de su perro.      
Ese es en resumen "Mi embarazo de 3 meses",

viernes, 4 de marzo de 2016

La Señora Pataleta



Cuando mi hijo nació como toda mamá empecé a leer un poco sobre todo lo referente a la maternidad y la crianza de los hijos. Recuerdo que en algún momento me topé con un artículo que hablaba sobre los "Dulces 2 años", aquella etapa llena de cambios en la que el bebé pasa a ser niño y empieza la conquista de la independencia. La verdad no creí mucho de lo que iba leyendo. Terrible error el mío pues hoy doy crédito a cada palabra y consejo que ahora he vuelto a buscar para poner en práctica.
Debo confesar que no me ha resultado nada sencillo lidiar con distintas y a veces muy difíciles situaciones y es que siento que estoy tratando con un adolescente en miniatura que arma tamaño escándalo conocido como berrinche o pataleta. Quienes ya han pasado por esta etapa con sus hijos saben a qué me refiero. Me enfrento a un pequeñito que refuta lo que le explico, que quiere hacer lo que él siente que está correcto, que no tiene miedo a experimentar  y arriesgarse en búsqueda de hacerse cada vez más independiente. Un chiquitín que hasta hace poco usaba a la Señora Pataleta para tratar de conseguir lo que no tiene permitido.
¿Cómo lo estoy resolviendo? Pues en un inicio no sabía cómo reaccionar pues la paciencia me era escasa y usaba las técnicas sugeridas como ignorar los gritos hasta que se tranquilice o darle un tiempo fuera dejándolo en un sitio para que piense unos minutos. Luego de ver que no marchábamos por buen camino y que cada día Ezio se ponía más terco y desafiante pues decidí ponerme en sus zapatos. Fue allí que encontré la fórmula para tener una convivencia armoniosa y respetuosa. La solución era muy simple, tan sólo bastaba con contener su pataleta con palabras de amor y tono dulce, hablarle de cualquier otro tema que no tuviera que ver con lo que la desató. Es como cambiarle el chip y hacerlo pensar en otra cosa hasta que la paz vuelva. Puede que parezca gracioso pero le invento historias o frases como: "Mira, el perro del vecino se ha puesto botas". Con frases como esas logro que se calme y empiece a pensar en otro tema.
Obviamente pasada la pataleta y ya cuando está tranquilo pues converso con él sobre lo ocurrido y le pregunto qué le pasó o que sintió para ponerse así. Y es allí donde él puede expresarse y sé que siente que su mamá está para él, para entenderlo y ayudarlo.
No soy psicóloga pero siento que ignorar los gritos sólo ocasionan que estos se hagan más intensos. Me imagino gritando delante de otros y sentirme ignorada sencillamente no me calmaría, me generaría mayor ansiedad.
Sólo me queda decir que cada mamá o papá conoce cómo es su hijo y que ninguna técnica de otro le va a resultar tal como espera. La única táctica infalible para afrontar una pataleta será aquella que inventen ustedes y que surga del propio estudio de sus hijos y de su carácter.

domingo, 7 de febrero de 2016

Yo no quiero un príncipe azul

Quién no ha visto la clásica película donde el príncipe azul busca a la dama para liberarla de un hechizo y no ha sentido el deseo de ser la protagonista de esa historia de amor. Qué mujer no ha soñado con aquel hombre bien plantado, vestido con su traje principesco. Cuántas hemos visto en él al hombre perfecto.
Creo que casi todas hemos idealizado a este personaje y quienes somos madres hemos llegado incluso a llamar cariñosamente así a nuestro(s) hijo(s).
Yo también lo hice hasta hace poco que me puse analizar a profundidad qué es lo que deseo para el futuro de mi hijo y llegué a la conclusión que no quiero que sea un príncipe azul. Ojo, no digo que sea malo, sólo que mi ideal es distinto.
Imaginé cómo sería un príncipe de cuento de hadas en su vida cotiana y varios aspectos de su rutina diaria no me gustaron.
Aquí algunos de esos puntos:

  • El príncipe azul se despierta sin prisa ni preocupación pues tiene todo un séquito a su servicio.
  • No tiene necesidad de tender su cama ni arreglar su habitación.
  • Le facilitan todo para asearse, lo visten y acicalan.
  • Procede a desayunar y no tiene necesidad de levantar ni lavar los servicios pues tiene personal que lo haga por él. 
  • No tiene que lavar su ropa, mucho menos plancharla.
  • Cuando se case pues la princesa cuidará a los hijos y él no podrá ayudarla ya que nunca aprendió labores caseras.   


Hasta acá ustedes dirán: Esta mamá está algo loca o ¿Qué toma para andar imaginando esas cosas?
Aquí viene la defensa a mi cordura. Honestamente, quien motiva mi imaginación y la hace andar a mil por hora es mi hijo. No hay noche en la que no aproveche el silencio para dejar volar mis pensamientos y soñar con su futuro. Y es que como toda mamá deseo lo mejor para él y ello implica lo mejor para su futura esposa y futuros hijos.
Yo no quiero que sea un príncipe azul. Yo deseo que sea un hombre cabal. Un hombre responsable, capaz de ayudar y apoyar en casa, autosuficiente, un padre que se involucre en la crianza de sus hijos, que no deje todas las labores a su compañera. Deseo que no se sienta superior ni inferior a otros, que tenga un corazón noble, que sea capaz de demostrar sus sentimientos, que no tema llorar frente a los demás cuando se sienta vulnerable. Anhelo que sea un padre amoroso, que cambie pañales, que lave la ropa, que asee a sus hijos.
Espero que llegue el día que una mujer me diga: Gracias, suegra. Usted educó a un buen compañero y padre. Es él mi hombre ideal.

Todo eso es lo que deseo para el futuro de mi hijo y Dios mediante sé que será una realidad.


Quiero agradecerles por permitirme compartir mis sueños con ustedes y como sé que toda madre o padre espera lo mejor para su hijo pues les invito a compartir sus respuestas a la siguiente pregunta: ¿Qué deseas tú para el futuro de tu hijo o hija?   


 

martes, 2 de febrero de 2016

La flecha perfecta de Cupido



Hasta hace un poco más de tres años, conforme se iba acercando el "fatídico" 14 de febrero había una pregunta que siempre rondaba mis pensamientos: ¿Por qué no puedo encontrar un verdadero amor? Pueden imaginarse que tras un fracaso matrimonial y dos relaciones fallidas ya empezaba a preocuparme un poco mi futuro. Debo ser honesta al decir que cada vez que me preguntaban sobre esta fecha pues mi mejor defensa era argumentar que esta es  una celebración creada con fines comerciales, etcétera, etcétera. Sumado a ello, siempre encontraba alguna amiga que estuviera en las mismas condiciones que yo y nos dedicábamos a rajar de todo aquel romántico que se nos cruzara.
Sé que no tengo un carácter muy fácil de comprender y de hecho me parezco bastante a Ágatha. Yo necesitaba un cupido reforzado que viniera no sólo con un tanque sino con toda la Armada entera.
Había pasado por tantas experiencias y vivencias que mi corazón tenía más de un caparazón para protegerme y realmente creía imposible que alguien llegara a reblandecerlo.  

Hoy, a doce días del "Día del Amor", ya nada de eso me preocupa porque tengo a mi verdadero y gran amor. Es más, ni siquiera me importa si es 10 de febrero o 20 de julio. Sé que ustedes como padres sabrán entender a qué me refiero. Y es que cada día siento que me enamoro más de mi hijo. Basta ver su mirada, sentir su olor o escuchar su vocecita para saber que no tenía que buscar el amor. El amor verdadero provino de mí misma, crecía en mi interior, se fortalecía día a día e iba llenando mi corazón de nuevas ilusiones y nuevos sueños.
Escribo esto porque sé que algún día mi hijo podrá leer lo que siento por él. Y aunque a diario le muestro mi amor y le digo cuánto significa su existencia en mi vida, quizá por su edad no llegue aún a comprenderdelo del todo.


A ti hijo: Quiero agradecerte por traer tanta luz y calidez a mi vida. Fuiste la cura a mi soledad, a mis días vacíos, a duras pruebas que me puso la vida. Ahora sé que tuve que batallar con todo eso para obtener una valiosa recompensa. Que mis lágrimas añorándote aún sin haberte conocido, ahora son lágrimas de completa felicidad. Quiero que sepas que nunca tuve tanto miedo como el que siento ahora, que no puedo ni imaginar cómo sería mi vida sin ti. Eres tan perfecto que a veces siento que estoy soñando y temo despertar.  
Eres tú quien le da sentido a mis días y sueños dulces por las noches. Eres mi perfume favorito, las canas verdes más valiosas que tengo, mis ojeras mejor justificadas.  
Tú eres mi fortaleza, mis ganas de vivir. Eres el torbellino que alborota mi entorno,  la luz que brilla en mi interior, el examen para el que no estudié.   
Sólo me queda decirte: Gracias, hijo. Tú me enseñas a ser cada día mejor mamá para ti. Tú eres la flecha perfecta de Cupido, eres y siempre serás mi gran amor.