martes, 2 de febrero de 2016

La flecha perfecta de Cupido



Hasta hace un poco más de tres años, conforme se iba acercando el "fatídico" 14 de febrero había una pregunta que siempre rondaba mis pensamientos: ¿Por qué no puedo encontrar un verdadero amor? Pueden imaginarse que tras un fracaso matrimonial y dos relaciones fallidas ya empezaba a preocuparme un poco mi futuro. Debo ser honesta al decir que cada vez que me preguntaban sobre esta fecha pues mi mejor defensa era argumentar que esta es  una celebración creada con fines comerciales, etcétera, etcétera. Sumado a ello, siempre encontraba alguna amiga que estuviera en las mismas condiciones que yo y nos dedicábamos a rajar de todo aquel romántico que se nos cruzara.
Sé que no tengo un carácter muy fácil de comprender y de hecho me parezco bastante a Ágatha. Yo necesitaba un cupido reforzado que viniera no sólo con un tanque sino con toda la Armada entera.
Había pasado por tantas experiencias y vivencias que mi corazón tenía más de un caparazón para protegerme y realmente creía imposible que alguien llegara a reblandecerlo.  

Hoy, a doce días del "Día del Amor", ya nada de eso me preocupa porque tengo a mi verdadero y gran amor. Es más, ni siquiera me importa si es 10 de febrero o 20 de julio. Sé que ustedes como padres sabrán entender a qué me refiero. Y es que cada día siento que me enamoro más de mi hijo. Basta ver su mirada, sentir su olor o escuchar su vocecita para saber que no tenía que buscar el amor. El amor verdadero provino de mí misma, crecía en mi interior, se fortalecía día a día e iba llenando mi corazón de nuevas ilusiones y nuevos sueños.
Escribo esto porque sé que algún día mi hijo podrá leer lo que siento por él. Y aunque a diario le muestro mi amor y le digo cuánto significa su existencia en mi vida, quizá por su edad no llegue aún a comprenderdelo del todo.


A ti hijo: Quiero agradecerte por traer tanta luz y calidez a mi vida. Fuiste la cura a mi soledad, a mis días vacíos, a duras pruebas que me puso la vida. Ahora sé que tuve que batallar con todo eso para obtener una valiosa recompensa. Que mis lágrimas añorándote aún sin haberte conocido, ahora son lágrimas de completa felicidad. Quiero que sepas que nunca tuve tanto miedo como el que siento ahora, que no puedo ni imaginar cómo sería mi vida sin ti. Eres tan perfecto que a veces siento que estoy soñando y temo despertar.  
Eres tú quien le da sentido a mis días y sueños dulces por las noches. Eres mi perfume favorito, las canas verdes más valiosas que tengo, mis ojeras mejor justificadas.  
Tú eres mi fortaleza, mis ganas de vivir. Eres el torbellino que alborota mi entorno,  la luz que brilla en mi interior, el examen para el que no estudié.   
Sólo me queda decirte: Gracias, hijo. Tú me enseñas a ser cada día mejor mamá para ti. Tú eres la flecha perfecta de Cupido, eres y siempre serás mi gran amor.






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