Cuando
mi hijo nació no tenía ni la más mínima idea que el compartir mi cama con él se
llamaba colecho. Para mí fue instintivo tener a mi bebé lo más cercano
posible pues mi mayor temor era que le sucediera algo mientras dormía. Estoy
casi segura que toda mamá debe de haber despertado durante la noche para
acercarse a ver si su bebé aún respiraba o incluso hasta le tocó suavemente el
pechito para sentir su respiración. Es por eso que para mí era imperioso sentirlo a mi lado.
También
debo confesar que yo no pasaba muy bien la noche, descansaba muy poco y mi
sueño era más que ligero pues temía olvidarme que él estaba a mi lado e
imaginaba que iba a terminar aplastándolo o asfixiándolo.
Luego
de algunas noches decidí que durmiera en su cuna pack and play. ¡Santo remedio!
como diría mi abuelita. Estábamos juntos pero no revueltos pues coloqué la cuna
al lado de mi cama, sin centímetro de separación.
Fue
así como pasamos a disfrutar de las maravillas de poder descansar uno al lado
del otro. Mi bebé dormía seguro y yo podía descansar tranquila sabiendo
que estaba justo a su lado sin lastimarlo.
Desde
entonces y hasta la fecha, seguimos durmiendo juntos, su camita unida a la mía.
Esto le permite a él poder pasar a mi cama si lo desea. Aunque a decir verdad rara
vez lo hace porque duerme súper tranquilo pues disfruta de todo el espacio que
tiene en su propia cama y con la seguridad de tenerme siempre a su lado.
Les
enumero aquí alguno de sus beneficios:
- Estimula el apego y el vínculo con sus padres.
- Regula la temperatura del bebé.
- Facilita la lactancia materna.
- Favorece el descanso de la madre ya que puede alimentar al bebé en cuanto lo requiera.
- El bebé se siente amado y protegido.
- El bebé está en constante supervisión de sus padres, así hay menor riesgo de accidentes.
También
debo mencionar una desventaja que manifiestan muchos padres: La pérdida de
intimidad en la pareja.
Sinceramente,
creo que esta podría tomarse como una oportunidad para utilizar la imaginación.
Muchas amigas que tienen pareja me han referido sus experiencias y siempre han
encontrado el momento sin que el colecho afecte su relación.
Volviendo
al tema del colecho. Si mi experiencia personal no te convenció, debes
saber que el antropólogo James Mackenna, de la Universidad estadounidense de
Indiana, publicó dos estudios en 1997 en la revista Pediatrics. Él controló con
monitores en laboratorio el sueño de madres dormidas con sus bebés y obtuvo
resultados asombrosos: madre y bebé cuando duermen juntos están sincronizados,
los movimientos y la respiración de cada uno afectan al otro. Según Mackenna,
el roce, el movimiento, el sonido de la respiración, la temperatura, el
intercambio de gas carbónico y las vocalizaciones del sueño del acompañante del
bebé ejercen una influencia positiva.
Así
que si ya estás practicando el colecho, ¡disfrútalo! Los hijos crecen muy
rápido y llegará el día en que quieras invitarlo a dormir en tu cama y él o
ella preferirá la suya.
Si
todavía no te animas a practicarlo pues analiza los pro y contras, sólo tú
puedes determinar qué es lo mejor para tu bebé y para ti.
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