miércoles, 24 de agosto de 2016

¿Compartes la cama con tu bebé?


Cuando mi hijo nació no tenía ni la más mínima idea que el compartir mi cama con él se llamaba colecho. Para mí fue instintivo tener a mi bebé lo más cercano posible pues mi mayor temor era que le sucediera algo mientras dormía. Estoy casi segura que toda mamá debe de haber despertado durante la noche para acercarse a ver si su bebé aún respiraba o incluso hasta le tocó suavemente el pechito para sentir su respiración. Es por eso que para mí era imperioso sentirlo a mi lado.
También debo confesar que yo no pasaba muy bien la noche, descansaba muy poco y mi sueño era más que ligero pues temía olvidarme que él estaba a mi lado e imaginaba que iba a terminar aplastándolo o asfixiándolo.
Luego de algunas noches decidí que durmiera en su cuna pack and play. ¡Santo remedio! como diría mi abuelita. Estábamos juntos pero no revueltos pues coloqué la cuna al lado de mi cama, sin centímetro de separación.
Fue así como pasamos a disfrutar de las maravillas de poder descansar uno al lado del otro. Mi bebé dormía seguro y yo podía descansar tranquila sabiendo que estaba justo a su lado sin lastimarlo.  
Desde entonces y hasta la fecha, seguimos durmiendo juntos, su camita unida a la mía. Esto le permite a él poder pasar a mi cama si lo desea. Aunque a decir verdad rara vez lo hace porque duerme súper tranquilo pues disfruta de todo el espacio que tiene en su propia cama y con la seguridad de tenerme siempre a su lado. 
 
Obviamente cada mamá o papá decide qué tipo de colecho practica, es decir, si el bebé estará en la misma cama que sus padres o en una cuna contigua a la cama. Cada forma de colecho es favorable de acuerdo a costumbres y decisión de los padres pero en general esta práctica es súper beneficiosa para un bebé.
Les enumero aquí alguno de sus beneficios:
  • Estimula el apego y el vínculo con sus padres.
  • Regula la temperatura del bebé.
  • Facilita la lactancia materna.
  • Favorece el descanso de la madre ya que puede alimentar al bebé en cuanto lo requiera.
  • El bebé se siente amado y protegido.
  • El bebé está en constante supervisión de sus padres, así hay menor riesgo de accidentes.
También debo mencionar una desventaja que manifiestan muchos padres: La pérdida de intimidad en la pareja.
Sinceramente, creo que esta podría tomarse como una oportunidad para utilizar la imaginación. Muchas amigas que tienen pareja me han referido sus experiencias y siempre han encontrado el momento sin que el colecho afecte su relación.
 
Volviendo al tema del colecho. Si mi experiencia personal no te convenció, debes saber que el antropólogo James Mackenna, de la Universidad estadounidense de Indiana, publicó dos estudios en 1997 en la revista Pediatrics. Él controló con monitores en laboratorio el sueño de madres dormidas con sus bebés y obtuvo resultados asombrosos: madre y bebé cuando duermen juntos están sincronizados, los movimientos y la respiración de cada uno afectan al otro. Según Mackenna, el roce, el movimiento, el sonido de la respiración, la temperatura, el intercambio de gas carbónico y las vocalizaciones del sueño del acompañante del bebé ejercen una influencia positiva.

Así que si ya estás practicando el colecho, ¡disfrútalo! Los hijos crecen muy rápido y llegará el día en que quieras invitarlo a dormir en tu cama y él o ella preferirá la suya.
Si todavía no te animas a practicarlo pues analiza los pro y contras, sólo tú puedes determinar qué es lo mejor para tu bebé y para ti.
 
 

miércoles, 17 de agosto de 2016

Déjalo llorar, así desarrollará sus pulmones

Seguro habrás escuchado decir: Déjalo llorar, así desarrollará sus pulmones o No lo cargues sino se acostumbrará a estar en brazos. Esas y otras tantas frases son el pan de cada día de toda mamá.
Como madre primeriza mi mayor preocupación era el temor a "malcriar" a mi hijo pues muchos tienen la opinión que si acudes inmediatamente cada vez que lloran pues lo mal acostumbrarás o que terminarás siendo manipulado a su antojo. Sin embargo, yo me dejé llevar por mi instinto y descubrí que mi bebé lloraba cada vez menos si se sentía reconfortado y atendido de inmediato. Fue así como, poco a poco, llegué a establecer un diálogo con él.
Cada vez que Ezio lloraba porque quería ser alimentado yo le explicaba que en breve le daría su leche. Si estaba incómodo porque ya tocaba cambio de pañal, igual iba narrándole lo que iba a haciendo. Le decía: Te estoy limpiando para que estés cómodo, te voy a poner tu cremita y estarás limpio. 
Y por increíble que parezca, con sus escasos primeros días de vida, dejaba de llorar y se quedaba calmado esperando que lo atienda.


Luego, leyendo un poco sobre cómo podemos mejorar y potenciar el habla en nuestros hijos encontré una cita que corroboró lo que intuitivamente ya sentía. Ésta decía: "Cuando un bebé llora es porque necesita algo. Su cerebro es todavía demasiado inmaduro como para inventar estrategias para manipular a sus padres".
Nada más cierto. Es imposible pretender establecer límites a un bebé que tan sólo puede comunicarse mediante el llanto. Pongámonos unos minutos en el lugar de nuestro hijo, tratemos de imaginar cómo dar a entender que tenemos hambre sin usar una sola palabra o mímica. Pasados varios minutos creo que varios caeríamos en la desesperación y frustración percibiendo nuestro entorno como un ambiente nada amigable.
Ahora imaginemos el otro extremo. Somos bebés que lloramos y nos atienden de inmediato ¿Cómo nos sentimos? Les aseguro que amados, confiados y seguros.

Por otra parte, tener en brazos a nuestros hijos permite establecer y reforzar nuestros vínculos de amor. Un niño no se "acostumbra a los brazos", lo que hace es acostumbrarse a sentirse amado, protegido, reconfortado. Piensen en los nueve maravillosos meses que vivieron en la barriga de mamá, acaso no es justo que vivan el resto de su vida igual de protegidos y atendidos como entonces.
Desde mi experiencia personal puedo decir que mi hijo, que actualmente tiene tres años, jamás se acostumbró a los brazos. Él es un niño independiente, seguro y que se siente amado. 
Y es que es tan breve el tiempo que dependen de nosotros sus padres, que no debemos perder la oportunidad de disfrutarlos.
Desterremos esas frases que ya están desfasadas. Te invito a mimar a tu hijo porque el amor no malcría, lo que malcría es la falta de límites. Déjate guiar por tu intuición como madre o padre, el corazón no engaña. Tú y solamente tú sabes lo que es mejor para el bienestar de tu hijo.
La crianza de un hijo debe ser establecida y decidida por los padres, no te dejes influenciar por lo que opinen los demás. Puede que traten de hacerlo con buena intención pero piensa que el resultado de lo que apliques se verá reflejado en el desarrollo de tu hijo.