Hace casi dos semanas estuvimos en el picnic por el día de la madre que organizamos todas las miembros de Somos Tribu Perú. Allí realizamos una dinámica que propuso Sabri de Vao Juar que consistía en decir cuál considerabas que era tu virtud como mujer y madre. Mi respuesta fue: La fortaleza.
Y es que en mis casi 42 años me ha tocado vivir un poco de todo, pero sobre todo eventos bastante dolorosos. He pasado por la depresión de un matrimonio fallido por infidelidad y por consecuencia, el divorcio. También, el profundo dolor que te deja la pérdida de un hermano en la plenitud de su vida. Y no sigo con la lista porque son muchas más situaciones de las que he salido abollada emocionalmente pero a la vez más fuerte y lista para afrontar el siguiente round.
Y saben, cuando llegué a casa y ya con un poco de calma me puse a reflexionar sobre mi respuesta. ¿Por qué pasé por tantos malos eventos durante mi vida? Pues creo que para que hoy pueda ser muy feliz y valore lo que es esa dicha después de tanto dolor.
Incluso me di cuenta lo mucho que ha cambiado mi corazón. Antes estaba endurecido porque se negaba a sentir y por ende sufrir más. Ahora, mis sentimientos afloran libres. No niego que tengo miedo, miedo a que pase algo pero no me enfoco en eso. Sólo vivo día a día siendo feliz al lado de mi hijo. Y es que la llegada de mi gatito a mi vida fue realmente una bendición. Fue la respuesta de Dios a todas las lágrimas que en silencio había derramado.
Ahora, me da mucha ilusión imaginar nuestro futuro. Pensar que lo que hago a diario por Ezio va construyendo su futuro. Creer que cada sacrificio, así sea el más pequeño, será para que él llegue a ser un hombre de bien. Ya no me pesa haber dejado mi carrera y mi trabajo para dedicarme por entero a su crianza pues sé que si tengo la suerte de permitirme estar con él pues es para darle lo mejor de mí y también para disfrutar cada logro, cada caída o cada travesura. Ya no me preocupan esas canas que se van sumando a mi cabello o esa nueva arruga que descubrí en la mañana porque sé que más importante que eso, es procuparme por aprender a ser mejor mamá. Hoy por hoy mi meta es ser el mejor ejemplo que mi hijo pueda tener, que cuando sea grande pueda recordar que su mamá no fue la mejor pero sí puso de su parte para serlo. Y que esta mujer que hoy es madre, es lo que es gracias a él. Porque sin su presencia no me sentiría completa ni capaz de llevarse al mundo por delante.