viernes, 4 de marzo de 2016
La Señora Pataleta
Cuando mi hijo nació como toda mamá empecé a leer un poco sobre todo lo referente a la maternidad y la crianza de los hijos. Recuerdo que en algún momento me topé con un artículo que hablaba sobre los "Dulces 2 años", aquella etapa llena de cambios en la que el bebé pasa a ser niño y empieza la conquista de la independencia. La verdad no creí mucho de lo que iba leyendo. Terrible error el mío pues hoy doy crédito a cada palabra y consejo que ahora he vuelto a buscar para poner en práctica.
Debo confesar que no me ha resultado nada sencillo lidiar con distintas y a veces muy difíciles situaciones y es que siento que estoy tratando con un adolescente en miniatura que arma tamaño escándalo conocido como berrinche o pataleta. Quienes ya han pasado por esta etapa con sus hijos saben a qué me refiero. Me enfrento a un pequeñito que refuta lo que le explico, que quiere hacer lo que él siente que está correcto, que no tiene miedo a experimentar y arriesgarse en búsqueda de hacerse cada vez más independiente. Un chiquitín que hasta hace poco usaba a la Señora Pataleta para tratar de conseguir lo que no tiene permitido.
¿Cómo lo estoy resolviendo? Pues en un inicio no sabía cómo reaccionar pues la paciencia me era escasa y usaba las técnicas sugeridas como ignorar los gritos hasta que se tranquilice o darle un tiempo fuera dejándolo en un sitio para que piense unos minutos. Luego de ver que no marchábamos por buen camino y que cada día Ezio se ponía más terco y desafiante pues decidí ponerme en sus zapatos. Fue allí que encontré la fórmula para tener una convivencia armoniosa y respetuosa. La solución era muy simple, tan sólo bastaba con contener su pataleta con palabras de amor y tono dulce, hablarle de cualquier otro tema que no tuviera que ver con lo que la desató. Es como cambiarle el chip y hacerlo pensar en otra cosa hasta que la paz vuelva. Puede que parezca gracioso pero le invento historias o frases como: "Mira, el perro del vecino se ha puesto botas". Con frases como esas logro que se calme y empiece a pensar en otro tema.
Obviamente pasada la pataleta y ya cuando está tranquilo pues converso con él sobre lo ocurrido y le pregunto qué le pasó o que sintió para ponerse así. Y es allí donde él puede expresarse y sé que siente que su mamá está para él, para entenderlo y ayudarlo.
No soy psicóloga pero siento que ignorar los gritos sólo ocasionan que estos se hagan más intensos. Me imagino gritando delante de otros y sentirme ignorada sencillamente no me calmaría, me generaría mayor ansiedad.
Sólo me queda decir que cada mamá o papá conoce cómo es su hijo y que ninguna técnica de otro le va a resultar tal como espera. La única táctica infalible para afrontar una pataleta será aquella que inventen ustedes y que surga del propio estudio de sus hijos y de su carácter.
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